Las obras de estabilización en este enclave no han estado exentas de retos. La verticalidad de la vertiente y la gran altura hacen que sea un lugar de acceso muy complicado. Por ello, gran parte del equipamiento y materiales fueron trasladados en helicóptero al punto donde se ocasionó la movilización de masas de roca, a 159 metros por encima de la carretera, lugar que requería de una actuación de estabilización.
Antes de iniciar las tareas de estabilización con mallas y barreras, se llevó a cabo un reconocimiento en vuelo de dron conjuntamente con la empresa Raymar, responsable del diseño de la solución. De esta forma, analizamos el estado del talud posteriormente al desprendimiento. Tanto para la minimización de las actuaciones de estabilización como para la protección de los operarios en la zona a trabajar, se consideró necesario llevar a cabo una actuación de saneamiento de bloques de roca en riesgo de caída.
Utilizamos sacos neumáticos que nos permiten retirar grandes bloques de piedra y, para el operario, suponen un menor esfuerzo y una menor exposición directa al peligro.
En las obras llevadas a cabo posteriormente, se han tenido que sujetar rocas de gran tamaño utilizando redes de acero de alto límite elástico con anclajes tal y como vemos en la imagen inferior.
En la parte inferior del talud, se han instalado barreras dinámicas contra caída de piedras como las de Geobrugg de la imagen a continuación, de 6 metros de altura y hasta 2000kj. También se han colocado embudos puntuales en la parte baja del talud para interceptar, en su recorrido, rocas desprendidas de la vertiente o de los bloques que han podido quedarse a medio camino después del argayo inicial. Los trabajos se han completado con la construcción, por parte de la empresa local Posada, de una escollera en la base.